lunes, 9 de agosto de 2010

:: Trabajando con Lucanus cervus I

Cuando la temporada de emergencia de los imagos del gran ciervo volante ya había sobrepasado su meridiano, me proponía hacer algunas sesiones con esta especie tan espectacular, antes de perder la oportunidad, como en los pasados veranos. A estas alturas había visitado ya algunos enclaves al principio del verano, aunque las salidas habían resultado infructuosas debido a que aún no andaban en esos lugares.



A veces me sorprende cómo funciona la intuición, ya que la tarde del pasado jueves tuve una corazonada -por desgracia esta expresión ha quedado bastante devaluada tras la campaña de Madrid2016-, y me acerqué hasta un lugar conocido con una sensación intensa que resultó ser certera. Antes de llegar al sitio, casi acabando la tarde, ya podía casi ver y oler el ambiente crepuscular entre robles en el que me encontraría momentos después. A la llegada, bajando del coche casi saboreé la sensación de estar en el lugar y momento precisos. Tras revisar algunos de los robles más corpulentos y añosos en las cercanías de la ribera del Pisueña, la luz empezó a ser ya insuficiente como para continuar la búsqueda, de modo que encendí la linterna y me aproximé a un grupo de robles jóvenes de unos 40 años. Allí, al apuntar a uno de los troncos, distinguí ya desde la distancia el cuerpo oscuro de un macho de pequeñas dimensiones. Con la nueva función de flash inalámbrico de la 7D, y un flash esclavo con ventana de luz, además de la ayuda de la linterna para enfocar, hice algunos disparos de prueba para comenzar a trabajar la luz desde lo más sencillo. Opté por el 60 mm macro de Canon, por su versatilidad cuando los sujetos se encuentran en movimiento y hay que disparar a pulso.

En el aire, contra el cielo crepuscular se recortaban algunas siluetas de otros machos que volaban hacia el mismo tronco, con su zumbido ronco. En ese momento volví a experimentar esa sensación primaria y ancestral de estar cara a cara frente al misterio, ante un ser con carácter, con pesada carga simbólica.

No me extraña en absoluto que esta especie haya estado siempre envuelta en un halo místico y alimentado el imaginario popular que le ha regalado innumerables nombres y leyendas en las que se relaciona al macho de este gran escarabajo con hechos formidables, misteriosos y sobrenaturales. El hecho de que aparezcan de la nada en grandes números, su ubicuidad, su aspecto intimidante... Todos ellos son elementos que parecen haber alimentado la gran leyenda del escornabois gallego, la vacaloria asturiana, la bruja cántabra o el ikazkin vasco, una criatura legendaria, admirada y denostada, una pequeña deidad telúrica.

A mi alrededor, prestando atención, en la oscuridad se oía el sonido de algunos pequeños cuerpos cayendo sobre las bardas y hierba. Aquel joven roble era un auténtico centro de gravedad que atraía a numerosos ejemplares, enzarzados en disputas territoriales en las que los perdedores eran expulsados. Todos aquellos machos volvían insistentes a subir por el tronco. En ese ascenso pude encontrar un par de machos midiéndose las fuerzas, con lo que me animé a poner el equipo en funcionamiento.

Para seguir mejorando la iluminación, incorporé nuevos elementos. Elegí usar el flash macro doble con pequeños difusores caseros, que funcionaría como maestro y otros dos flashes esclavos: El 580 ex II con una pequeña ventana de luz, que sería la clave, y un 420 para el relleno de los fondos y contraluces. Además empleé un pequeño recorte de cartón pluma blanco que suelo llevar conmigo para rebotar la luz de este último esclavo sobre los escarabajos.

Acerqué algunas hojas de roble al lugar en el que se encontraban, ante el desdén de los litigantes, que no me hicieron ni caso. El resultado son estas imágenes:


La ubicación del tronco ascendente y las hojas más cercanas no permitía suficiente desenfoque para el fondo, dado que no podía emplear grandes aberturas para estos escarabajos a la distancia de trabajo, con lo que las tomas no acababan de ser limpias, aunque describían muy bien el ambiente. Debido a esto opté por trabajar con mi miniestudio portátil, pero de esto hablaré en el próximo artículo.



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